miércoles, 1 de febrero de 2017

Nuevo poema registrado!


La música, tocando, se siente melancólica.

Agonizan, en el piano, sus melosas melodías

Por un placentero y dulce delirio en sus días,

Desmayándose en violines sus notas acórdicas.



La poesía, recitando, se siente taciturna.

Empalidece, empalagada de suspiros.

Enferma, entregada a ver zafiros,

Brillantes en la constelación nocturna.



La música está enamorada de un fantasma.

Palabras que siente y, luminosas, escucha lejos.

Que encienden su alma, de blanco, tal eco.

Que ve sin ver hasta que se cruzan sus miradas.



La poesía está enamorada de una sombra

Que dirige, pálida cual rayo, palabras sin rumbo

Y alcanzan pirueteando su corazón profundo.

Identificada por ella, intangible, la adora.



La música anhela enredarse

En los labios de la poesía.

La poesía desea, algún día

De la música un abrazo salvaje.



Tan lejos, tan cerca. Sol y luna.

Canciones de palabras más bellas.

Acordes que dan vida a las letras.

Logrando sintonía perfecta. Sin duda.


Despertando entre lirios. Efímero momento.

Inconsciente sueño recordando sueño que ama.

En los lindes de la vigilia, sus letras escribiendo.

Regateando la moral y rehusando la plata.



¡Ay, niña! Así es la música. Es espectro, es sueño.

Con acordes de sentimientos de la vida fantasma.

Así es la poesía. Alas ligeras sorteando truenos.

Persiguiendo suspiros por soleados cielos escarlatas.