¿Alguna vez te has
sentido raro en tu vida? Lo más probable es que respondas que sí, pues… ¿Quién
no se ha sentido raro alguna vez? Tranquilo, esto no tiene porqué ser malo del
todo, puede que sea evolutivo.
Darwin decía que solo
sobrevivían los más fuertes y los que se adaptaban. Lo que muchos olvidan es
que muchos individuos de las especies se adaptaron gracias a ser “raros”
respecto al resto de los de su especie; es decir, mutaron diferenciándose de
los demás y esa rareza, esa mutación, fue decisiva en su supervivencia.
Citando un ejemplo: la
mariposa del abedul. Que debido a su color, se camuflaba sobre dicho árbol,
ocultándose de sus depredadores. En ocasiones, aparecían mutaciones de la
mariposa de color negro. Estos “bichos raros” entre de los de su especie eran
atrapados más fácilmente por los depredadores. No obstante, llegó el día en el
que la contaminación de su zona cubrió de un manto oscuro de hollín los árboles
provocando que su rareza les salvase la vida, ya que ahora eran las mariposas
negras las que se camuflaban en los árboles, y no las claras.
Tememos ser raros,
queremos ser especiales. Mas no nos damos cuenta que tememos ser especiales
pues de la rareza y la diferenciación nace el ser especial. Muchas modelos
fueron despreciadas por su altura cuando eran pequeñas y se sentían raras por
ello cuando justo ese requisito les hizo triunfar a la edad adulta. Ya nadie lo
consideraba una rareza, se convirtieron en especiales por ello. Lo que nos
diferencia nos hace especiales para los que nos ven con buenos ojos, raros para
quien no entienda o envidie. La rareza está en los ojos del que ve, por lo
tanto solo ten fe en lo que vean tus ojos pues son los que te acompañaran toda
tu vida. Ámate, quiérete, confía en ti y haz ver al mundo que es excepcional lo
que te hace diferente.
Así pues, no te sientas
raro, eres especial.
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