Ave que ve, desde lo lejos, a su amazona mientras sobrevuela
Desde la Galia hasta las aguas plata y los campos trigueños
de Grecia.
Con el sol que resplandece, partió la amazona de las tierras
de Troya, lejos.
Hasta el anochecer, dejando atrás a sus Aquiles, Ulises y
Teseos.
Liberó la amazona de su cruel pastor a los ignorantes
borregos,
se volvieron caballos alados con plumaje libre, plateados y
esbeltos.
Y creyó ver su locura, su risa, su ingenio. Causa perdida
llena de vida.
Incendio sobre las flores, las despojó del humo que
brillante cegaba
Su aroma y vista del sol. Florecieron las coloridas rosas
más bellas.
Y creyó oír su carácter, su fuerza, su pasión. De la fe
ciega garantía.
Devolvió libros y lápices a niños que, sin sustento,
mendigaban.
Se alzaron con conocimiento caballeros, reinas, príncipes y
damas.
Y creyó oler su inteligencia y agudeza. Lengua sensata y
alocada por día.
Recordó cómo llegó a ella y a revivir su helado corazón de
granito.
Con sus guiños y palabras en el viento, el ave, como un leve
himno.
El ave como espectro, fantasma lejano, con puro sentimiento
la guiaba.
Desde el cielo la contemplaba mientras sobre sus andares
volaba.
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