Sigo trabajando en este nuevo proyecto del que tengo muchas ganas de seguir colgando fragmentos pero sin destapar la trama. Se trata de una novela coral con muchos puntos de vista, lo cual espero que conforme con éxito, diferentes novelas dentro de una misma novela. ¡Que los disfrutéis!
Annika Kanaeva, sentía el tranquilizador tacto de su
pistola en su gabardina. Se movía ligera mientras trataba de no llamar la
atención a la espera de su siguiente presa. Como un águila ligera y veloz
sobrevolando y acechando por su alimento. Sabía que la mejor manera de actuar
para atrapar a un objetivo era actuar como un blanco móvil y no fijo. Así pues,
se dispuso a caminar calle abajo, atenta a pasos que pudieran perseguirla.
Entre una calle desértica sin contar con el pub abierto hasta las tantas, no
había peligros. Mejor. Si el objetivo salía borracho sería más fácil atacarlo.
Esperaba no contar con testigos. Entró en el pub y ojeó a el hombre alto y barrigudo que se correspondía a la foto del encargo. Era un hombre que se había hecho famoso debido a sus inversiones en bolsa los
últimos diez años. Y rico. Asquerosamente rico. Annika se deshizo de su
gabardina, pero no de su gorro y gafas de sol, y mostró un vestido que la
dejaba muy destapada.
--¿Quieres pasar un buen rato, hombretón? –le susurró
al oído.
Ignorando como el hombre balbuceaba, olvidando su
nombre, se lo llevó al exterior del pub.
El hombre reía y le recomendó un hotel. En cuanto
estuvieron aislados, Annika realizó su trabajo.
--Antes de nada, vamos a divertirnos –le susurró.
Consiguió meterle la suficiente cantidad de cocaína en
el cuerpo (droga que ya había averiguado que su objetivo frecuentaba) para
dejarlo KO. Aguantó que la sobara con asco unos minutos hasta que cayó muerto.
--Si no pagas, mueres.
Susurraba mientras marchaba con su calzado de botines
planos que no hacían ruido con sus pisadas. Satisfecha por haber realizado, con
éxito y discreción, otro de sus trabajos.
Acto seguido, se colocó su peluca bajo su sombrero. Se
refugió del frío del norte de Europa con su gabardina y volvió a su hotel que
estaba situado en una zona tranquila.
Fría, como solía ser, nada más darse una ducha y
preparar su equipaje para largarse de aquel lugar, ojeó su correo en su
portátil. Le llegó un informe muy interesante. El remitente era Nadia, hablando
de cuatro estrellas a nivel mundial. Un proyecto ambicioso que podría suponerle
a ella el reconocimiento que necesitaba dentro de la organización. Lo estudió
mientras guardaba sus nuevos billetes de avión rumbo a Los Ángeles.
El caso que tenía ahora encima, sería su culmen de
éxito. Solo debía mantenerse calmada y confiar en sí misma. Como siempre había
hecho. Su vida no había sido como imaginaba de pequeña pero le contaron una vez
que puedes triunfar en la vida de manera que nunca imaginarías.
--Tienes que volar a Los Ángeles. ¿Estás lista?
--Absolutamente.
Tanto viaje le aburría pero sobrevolar y contemplar las nubes al atardecer
era un espectáculo que se le antojaba como un capricho que siempre se permitía.
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