"Soy un juguete del destino" decía Romeo
en la famosa obra de William Shakespeare: "Romeo y Julieta". Pero... ¿Hasta
qué límite dicha afirmación es cierta? Es verdad que el destino se interpone en
nuestra vida lanzándonos obstáculos, reveses de los acontecimientos o incluso
oportunidades y casualidades. ¿Pero acaso no somos nosotros quienes tomamos las
decisiones que guían nuestra vida? No es el destino el que piensa o decide por
nosotros sino seríamos, en efecto, marionetas o juguetes del destino tal y como
Romeo afirmaba.
En el juego de la vida el destino baraja las cartas
y somos nosotros quienes las jugamos. Soportar o imponerse al destino son las
dos caras de la moneda. Pero somos quienes decidimos cómo mover la siguiente
ficha en los pasos de la vida.
Los caminos raramente son sencillos. Los caminos
tienen piedras que sortear, cuestas que soportar, ramas que esquivar, difíciles
terrenos que pisar o condiciones como el calor sofocante o intensa lluvia con
los que lidiar. Difícil es encontrarse un camino llano y rodeado de rosas.
Si los aventureros hubiesen solamente haber elegido
caminos fáciles en lugar de los desafiantes no se habría descubierto mundo, no
se habrían dado a conocer las maravillas del planeta. Así mismo, si los que
destacaron tanto en las ciencias como en el arte no hubiesen decidido
transcurrir sus complicadas rutas del saber no conoceríamos el universo, el
hombre no hubiese llegado a la luna, no tendríamos la penicilina, no sabríamos del
cine o nunca hubiésemos llegado a leer a Cervantes o Shakespeare entre multitud
de logros.
A la par no hay que temer los caminos ya
transitados, los que ya fueron recorridos antes. Si otra gente logró caminarlos,
¿por qué no tú?
Grano de arena más grano de arena se construye una
montaña. Paso a paso se recorren kilómetros. Como dice el proverbio chino: un
grano de arroz desequilibra una balanza. Así pues, un paso puede ser la
diferencia de llegar a la meta... o no.
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