Según el refrán: “ la
probabilidad de hacer mal se encuentra cien veces al día; la de hacer bien una
vez al año”. La maldad es entendida por la sociedad como el realizar acciones
que dañen o vayan contra la moralidad y la ética. Me ha sido interesante
meditar la cuestión del origen de la maldad. La maldad nace de sentimientos
negativos: envidia, rencor, venganza, odio, vergüenza, inseguridad… Y todos
ellos comparten un factor común: el sufrimiento.
Es malvado quien ha
sufrido. Véase el ejemplo de los animales. Un perro que ha sido bien tratado y
bien criado desde su nacimiento difícilmente será agresivo o rebelde; todo lo
contrario, será cariñoso y querrá demostrar su amor a sus dueños. No obstante,
un perro maltratado tendrá mayor tendencia a mostrar un comportamiento violento
e incluso de morder y atacar.
Sin duda, esto puede
aplicarse a las personas. El rechazo de los padres, los malos tratos, el
desprecio de los semejantes, la falta de atención o cariño, etc. Diversos
factores como estos en la infancia pueden desembocar en un individuo “malvado”.
Numerosos ejemplos de
que la maldad nace del sufrimiento han sido relatados en la ficción a lo largo
de la historia. Un interesante caso es Hamlet, el famoso príncipe de Dinamarca
de mi adorado Shakespeare. ¿Qué llevó a un príncipe honrado como Hamlet a
provocar semejante masacre en palacio? La venganza. Y dicha venganza fue, ni
más ni menos, causada por el sufrimiento del asesinato de su padre y la
traición de su madre y su tío. También pueden ser encontrados numerosos
ejemplos en los cuentos de Disney: la bruja Úrsula, quien ha sido desterrada
del reino de las sirenas; la bruja Maléfica, quien ha sido ignorada por el
reino…
Por otro lado, la
maldad también nace del ansia de poder o del lavado de cerebro o del miedo. Mas
dichos motivos proceden también del sufrimiento. La ignorancia y el temor de
los dos últimos casos pueden ser considerados sufrimiento. Mientras que el
ansia de poder brota de la inseguridad y la inseguridad puede ser un infierno.
La mayoría de la gente
hace la vista gorda ante los actos considerados como malvados ya que son el pan
de cada día y los hemos asumido como habituales. Dicha afirmación hace aflorar
otra igual de irrevocable: estamos acostumbrados al sufrimiento. Albert
Einstein decía: “El mundo no está en peligro por las malas personas sino por aquellas
que permiten la maldad”. Quien hace maldades demuestra que ha sufrido.
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