martes, 31 de julio de 2018

"Cara iluminada de la Luna" y "Cara oculta de la Luna"


Aquí os van dos poemas:

CARA ILUMINADA DE LA LUNA

Soñó con vendavales
Torbellinos y huracanes.
Soñó con incendios tormentosos,
Volcanes y terremotos.

El amor danza entre los vientos
Los sobrevuela con suspiros sinceros.
El amor danza entre las brasas.
Arden las emociones como lanzas.

Labios contra labios,
De dulce saliva inundados.
Pieles contra pieles,
Entre fuego y nieve.

Juntos se internan en cuevas
De cristales como lunas nuevas.
Juntos escalan los más altos montes.
Pecho con pecho, ven el horizonte.

De la mano corrían y paseaban.
Sortearon tempestades con andanzas.
De la mano vivieron mil aventuras,
Desde que nace el día a la noche oscura.

Se marchitarán los lirios de marzo.
Florecerán los claveles de mayo.
Quizás nazca vida de su vientre.
Quizás se encaminen hacia el verde.

Porque hasta que mate hay que vivir.
Vivir con amor nunca es morir.
Porque nuestra vida son historias.
Serán siempre inmortales en la memoria.


CARA OCULTA DE LA LUNA

Criatura mágica, ninfa y Hada.

Decía ser la sirena maldita que entregó su mirada
A un incandescente sol maligno
En busca de un príncipe que nunca la quiso.

Maldita su alma.
Maldita su coraza.
Malditas sus armas.
De la luna, oculta cara.

Él se asomaba cada día a la ventana.
La vio con su belleza interpretada.
Ante el océano Atlántico presencia.
Hacía resurgir a la Atlántida.

Párpados ciegos, mirada ciega.
No supo decidir si él era para ella.
No supo decidir en qué la desea.
Ni en qué momento fue su dueña.

Abrazó sus fantasmas.
Batalló con ellos hasta el alba.
Abrazó celos por quien la provocaba.
Abrazó sus penas con alabanzas.

Juró su apariencia de sapo dejarla.
Ser el príncipe que ella buscaba.
Más fiel que perros que guiaban.
Menos valiente que leones en la sabana.
Se fundió en su vista de murciélago
Rey ahora de la dicha el pobre diablo.
Con las caderas cual marea ondeando
Y pieles de algodón rozando.

Labios suaves y punzantes tocaba
Cual rosa roja y espinada.
No veía ni las flores ni las joyas
Con las que él la obsequiaba.

Y se desprendió de la satírica de su alma
De la autocompasión anhelada,
De las penas de una memoria desgastada,
Aferradas y humo en la espuma evaporada.

Porque vivieron hasta que mate.
Que lo que mataba los hizo vivos.
Vivir sin morir con el corazón vacío
Es vivir sin alma y sin destino.

Se curaron enfermándose.
Se lastimaron sin dañarse.
Revivieron sus sueños al amarse.
Bajo sábanas pereció el lamentarse.

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