¿Y qué pensar
cuando fluyo al nadar?
Mirada de sal.
Ojos como el mar
y sus aguas de cristal.
No sé si me hacen bien o mal.
Al sol afloran moteadas pecas,
preludio del ángel que peca
ante tu luz ultravioleta
que el corazón quema.
El agua deja en vaivén
canciones en la memoria de la piel,
cuyo roce
día y noche
cuando me sumerjo
y cuando reaparezco.
El buceo
me enseñó que mi libertad debo agarrarla
como la embarcación de mi vida amarrarla.
El color
del calor
debería
ser azul.
Varía,
no brilla
tanto el tono
común.
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