martes, 12 de agosto de 2014

El destino y los caminos

"Soy un juguete del destino" decía Romeo en la famosa obra de William Shakespeare: "Romeo y Julieta". Pero... ¿Hasta qué límite dicha afirmación es cierta? Es verdad que el destino se interpone en nuestra vida lanzándonos obstáculos, reveses de los acontecimientos o incluso oportunidades y casualidades. ¿Pero acaso no somos nosotros quienes tomamos las decisiones que guían nuestra vida? No es el destino el que piensa o decide por nosotros sino seríamos, en efecto, marionetas o juguetes del destino tal y como Romeo afirmaba.

En el juego de la vida el destino baraja las cartas y somos nosotros quienes las jugamos. Soportar o imponerse al destino son las dos caras de la moneda. Pero somos quienes decidimos cómo mover la siguiente ficha en los pasos de la vida.

Los caminos raramente son sencillos. Los caminos tienen piedras que sortear, cuestas que soportar, ramas que esquivar, difíciles terrenos que pisar o condiciones como el calor sofocante o intensa lluvia con los que lidiar. Difícil es encontrarse un camino llano y rodeado de rosas.

Si los aventureros hubiesen solamente haber elegido caminos fáciles en lugar de los desafiantes no se habría descubierto mundo, no se habrían dado a conocer las maravillas del planeta. Así mismo, si los que destacaron tanto en las ciencias como en el arte no hubiesen decidido transcurrir sus complicadas rutas del saber no conoceríamos el universo, el hombre no hubiese llegado a la luna, no tendríamos la penicilina, no sabríamos del cine o nunca hubiésemos llegado a leer a Cervantes o Shakespeare entre multitud de logros.

A la par no hay que temer los caminos ya transitados, los que ya fueron recorridos antes. Si otra gente logró caminarlos, ¿por qué no tú?

Grano de arena más grano de arena se construye una montaña. Paso a paso se recorren kilómetros. Como dice el proverbio chino: un grano de arroz desequilibra una balanza. Así pues, un paso puede ser la diferencia de llegar a la meta... o no.

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