domingo, 16 de diciembre de 2018

La Ninfa

Un antiguo poema:

El aventurero, rebuscando, sigue y adora la montaña.
La hierba crujir sus pasos entre las fieles copas de árbol.
Y las hojas que al compás del viento entre latidos danzan.
Un día llegó sin pretender llegar a una laguna de cristal azulada.
La más bella ninfa emergió cual espejismo y visión.
No la empañaron rocas batallando con la cascada.
Ni acariciando la tierra , impasibles, las calmadas aguas.
Receló de ella el montañero con actitud defensiva y hostil.
Se dio cuenta de que era el ser del que otros hablaban.
Viajeros que su belleza alababan y los embrujaba.
Una náyade por todos admirada y quien a todos ignoraba.
Pero este montañero despertó su curiosidad.
La ninfa olió tal sentimiento. La ninfa de las tres melodías y caras
En vano desplegaba su embriagador encanto y armas.
Poco a poco se fue haciendo hueco en el corazón
Del montañero, de espaldas ya al sol, hasta vacíar su alma.
Sin voz le hacía señas, melodías y le dedicaba palabras.
El viajero decía pero tres condiciones quiso ponerle:
Garantía y Prudencia. Palabra y Lucha. Libertad y Seguridad.
Pues el montañero no está dispuesto, sin más, renunciar a la montaña.
Cuando un hombre desea a una ninfa hay alocado fanatismo.
Cuando un hombre ama a una ninfa hay pasión alocada.

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