domingo, 16 de diciembre de 2018

La Sirena y la Estrella

Su loco corazón da lo que recibe.
Canciones por canciones, poemas por poemas.
Abrazos por besos. Caricia por suspiros.
Su loco corazón ni padece ni siente, ni cosecha.
Ha olvidado como amar y se arrepiente.
Rompiendo las olas sobre las rocas la sirena piensa.
Su loca alma nada entre abismos de arboledas.
Enseñándole de nuevo el amor y sus temas.
Alma que ve arcoíris de mil colores
Y es ciega ante la bruma y las tinieblas.
Alma que escucha melodías de esperanza
Y es sorda ante las voces atacantes lastimeras.
Viene y va. Se abre y se cierra.
Se centra y se abstrae. Ignora y sabe.
Como el viento, sincera.
Como el agua, transparente.
Como el sol, brilla y de fuego su diadema.
Como la luna, aparece y se esconde.
Suspira la sirena por una estrella.
Entre el firmamento, la más cerca de ella.
Y la que le ofrece las más incandescentes señas.
Quisiera la sirena ser luna para a su lado tenerla.
La ilumina con sus disfraces y melodías tiernas.
Si la sirena pudiera fundirse con la espuma de perla.
Para evaporarse camino al cielo nocturno a verla.
Quizás la estrella callera en la tierra, cometa.
Por su cola el cielo no podrá alcanzar sin torpeza.
Si al menos la estrella bajase al mar y la quema
Y sus centellas danzando al compás de la marea.
Entre labios y pieles batallando despiertan.
En abrazos que olvidan distancias, que se enredan.
Otro día más. Y el mundo lo ignora. Y sueñan.
Desea otra noche más que aparezca
Y así, brillante de vida, contemplar su belleza.
Belleza de alma y apariencia de fuego y fuerza.
Aburrida de las criaturas marinas traicioneras.
Su alma no enloquece por astro cualquiera.
Criaturas de fantasía, extrañas y compañeras.
Mas no se obsesiona la sirena. La quiere, la anhela.
Y que desde lo más alto su confianza le ofrezca.
Sus rayos en el mar protegiéndola contra la niebla.

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