De
las que llaman a la puerta
Con
estruendo
Y
después huyen corriendo.
Locura
desatada.
Por
un halo de sensatez
Camuflada.
Ojos
oscuros dispersos
En
colisión.
La
habían salvado.
Lograron
superar su dolor.
Dijo
adiós a fantasmas pasados
Hacia
un libre futuro.
Le
ofreció la palma de su mano.
Vidas
desdobladas en tumulto.
Un
hueco que se tornó universo.
Una
jaula de la que brotaron aves
Volando
libres como besos en verso.
Durante
unos segundos se dejó escapar al mundo de las ideas de Platón.
Silenciado
por melodías de tono hipnótico mientras que cuerpo y sonrisa
Congelados
quedaron por labios mudos y oídos sordos del estruendoso corazón.
Incapaces
de descifrar palabras con la mirada calada en el chocolate de sus iris
Que
la escaneaban en la penumbra de una soledad entre centenares de ellos dos.
LOVESTORMING
Jugaba
al lovestorming,
El
lovestorming le atrapa.
Le
atrapa el lovestorming,
Al
lovestorming jugaba.
La
niña vanidosa.
Mimada
y caprichosa.
“Qué
mono,
Qué
ojos.
Quizá
le haga un hueco.
En
mi lista.
De
amantes permanentes.
Y
pasajeros.
Verle,
Lo
primero.
Quizá
sea mi próximo error
Puedo
volver inofensivo.
Al
mismísimo terror.
Por
un beso…
¿me
arriesgo?
Si
gano la carrera,
¿qué
te apuestas?
Jugando.
Errando.
Acertando.
Seduciendo.
Cediendo.
Conociendo…
queriendo…
Amando
mimando con miradas
Ámbar
irisadas.
Enmarcadas
en pecas
Salpicadas,
risueñas
Rosadas
o rojizas rozadas
Por
labios ladeados
Lentamente
en sonrisas perladas.
Acción
reacción.
Se
acabó.
Le
habían robado el corazón
Por
esgrimir una razón
Envainada
en desazón.
Se
encendía una chispa encaminada a la combustión de una bomba de relojería.
En
un tira y afloja,
Sin
él todo era aburrido.
Sin
él sentía al vacío.
Sola.
Se sintió sola.
Caída
por un abismo colosal
Un
fénix de oro la salva
De
aterrizar en suelo de cristal,
Sobrevolando
una dorada playa.
Y
su rescate,
Comprende
desde los aires.
Es
gracias al anónimo
Con
el que se atrevió a jugar a amar.
Galopando
en un corcel de madera
Navegaba
por olas de noches en vela.
La
víctima se volvió presa.
Mas
la fiera no enseñaba los dientes
Si
no era para sonreír
Y
meneando la cabeza, feliz,
Juró
de que su lado, paciente
Nunca
pensaría huir.
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